Viernes, 26 de Abril 2024, 10:10h
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Los gritos del negro se oían en el hotel. En realidad todos los que estaban allí eran negros, o casi, pero aquél gritaba mucho. Llevaba toda la tarde haciéndolo. Ocurrió a mediados de los años 80, en un lugar del sur de Angola llamado Mavinga: un pudridero infecto, exactamente la clase de lugar por donde, llegado el caso, al mundo le pondrían un supositorio. Había allí algo parecido a un hotel, y en ese hotel, o lo que fuera aquello, estaba el arriba firmante intentando conseguir una entrevista, que nunca obtuve, con un tal Nicolás Savimbi, jefe de un movimiento guerrillero local llamado Unita al que algo más tarde mataron en una emboscada.
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